Desde el otro lado de los
espejos
“Como un pájaroserpiente
perdido en un campo de minas va la mirada, cuidadosamente, tanteando,
calculando, intuyendo su destrucción cercana o su salvación
en cada movimiento. De este modo, la obra reciente de Abel Rasskin,
se funda en una intuitiva e inteligente estructuración abstracta
de su mirada alerta, a través del collage sobre madera. Sin
embargo, se arriesga el artista en esta nueva muestra, tanto en el
uso de los materiales como en la formulación de un discurso
rico en símbolos que se originan en una memoria histórica
y a la vez, íntima y personal.
Esta caligrafía mítico-religiosa
convive en el territorio de la obra pictórica con las huellas
de un mundo cotidiano, de una crónica íntima: páginas
de un cuaderno escritas, o con dibujos de la hija del pintor, fragmentos
de madera encontrados en la calle, etiquetas, el dorso de un espejo,
papeles, trapos; residuos urbanos que son nuestra vida y son la vida
del pintor.
Los dos niveles, el mítico
y el personal, han encontrado en estas piezas un milagroso equilibrio
que Rasskin consigue a base de un compromiso con el rigor creador.
Este se plantea continuamente su labor como una reflexión sobre
sí mismo, sobre el arte y sobre la legitimación del
artista, no como mero hacedor de imágenes, sino como alguien
que busca la verdad a través de la pintura.
Fugarse del tiempo es tan peligroso
como hundirse sin remisión en él. Abel Rasskin ha encontrado
en su producción última un delicado equilibrio entre
la amenazante temporalidad histórica y personal y la intemporalidad
del espacio mítico y del objeto artístico puro. Su obra
es una caligrafía, luminosa y oscura a la vez, de ese mapa
indeciso que traza los pasos temblorosos y alertas del hombre actual.
Sobre los escombros, los desconchados, de una historia colectiva e
íntima vuela esta obra que, como su pájaroserpiente,
posee la espiritualidad del ave y la clara pertenencia a la tierra
del sigiloso animalhumano".
D.C. Tomelloso, enero de 1989.
Extracto del texto escrito
por Dionisio Cañas, Profesor de Literatura Hispánica
de la Universidad de New York, para el catálogo de la exposición
“Pinturas, Collages”. Galería Víctor Martín.
Febrero-Marzo 1989.
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Crepúsculo
de un día alciónico
“Cuando contemplé por primera
vez los cuadros de Abel Rasskin y consideré su evolución,
fui imaginando y evocando paulatinamente los trayectos espirituales,
artísticos y morales que suponía yo que él habría
recorrido y que en sucesivas visitas a su estudio se me han ido apareciendo
cada vez más densos, más complejos, más profundos.
Tuve muy claro desde el principio
que la evolución de su pintura era orgánica, que no
obedecía a constricciones externas sino que brotaba de una
necesidad íntima, y siempre renaciente, de servicio a la pintura
y a sus exclusivas exigencias (...)
Para Rasskin la pintura es aventura
y no complacencia -y en ningún caso autocomplacencia. De ahí
procede esa suerte de ascetismo continuo en su creación (...)
(...) Todos los medios son sagrados,
si son interiormente necesarios". Y, en efecto, con la llegada
de Rasskin a Madrid y el consiguiente distanciamiento del infierno
político argentino y el establecimiento y acomodación
a un medio humano y social más acogedor, se consagra con atención
y serenidad al objetivo artístico esencial (...)
Y llegamos así a los cuadros
que constituyen la presente exposición. No cabe duda de que
presentan una notable evolución respecto a los que acabamos
de comentar. Parece como si Rasskin, sintiéndose maduro señor
del oficio, pletórico de fuerza creadora, más confiado
y seguro que nunca de su arte y dueño de una técnica
depurada y decantada en la pintura de fluídas atmósferas
y espacios luminosos, y una vez superada con creces la prueba de control
de calidad que las obras habían convalidado mucho antes de
que las refrendase el reconocimiento unánime de connaisseurs
y público en Arco-85 y, sobre
todo, Arco-86, sin tener ya, por tanto, que demostrar nada a nadie,
se asignase en conformidad con su búsqueda interior y de acuerdo
con sus necesidades estético-morales tareas de más largo
alcance (...)
Me parece, pues, que las obras
que ahora presenta Rasskin, incorporando todos los hallazgos conseguidos
en sus etapas anteriores, son más complejas en la composición,
más polarizadas y a la vez más equilibradas en la distribución
de un mayor y más variado número de elementos. Si antes
nos había pintado las condiciones de visibilidad de un mundo,
ahora nos pinta mundos en toda su complejidad y en el acto de nacer:
"Puertas de vigilia" -título
global de la exposición, en la que el pintor, al privar a cada
cuadro de su título individual, no parece dispuesto a sobornar
la connivencia de un espectador acostumbrado a dejarse engañar
por la facilidad de los títulos (...)
(...) Prestar a la materia la autoridad
de su pincel magistral y su sensibilidad plástica para que
aquélla exprese su aspiración materialmente, es decir,
sin correr el riesgo de servirse de un portavoz tan parcial como es
el concepto, me parece el hallazgo ético y artístico
más admirable de Abel Rasskin”.
Texto escrito por Tomás
Pollán Profesor del Departamento de Antropología,
Ética y Sociología de la Universidad Autónoma
de Madrid. Catálogo de la exposición de la serie
“Puertas de Vigilia”. Febrero-Marzo 1987, Galería
Víctor Martín.
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